entonces dirás a tu hijo: 'Nosotros éramos esclavos de Faraón en Egipto'
(Dt 6,21)
Escribo estas líneas sin saber
aún si se practicará el artículo 155 y se suspenderá o se acabará de intervenir
de forma total la Generalitat de Cataluña, pero me ha venido a la mente la siguiente
reflexión que quisiera compartir con mis amigos jesuitas y toda la familia
ignaciana; todo ello motivado por la
sorpresa de un cierto posicionamiento que habla de "abusos de derechos
humanos" o de "buen y mal discernimiento cristiano" (sobreentendiendo
veladamente que el "bueno" es el del unionismo, por supuesto) en
medios afines a la orden religiosa. Creo que no se ajusta a lo que cabe esperar
de la Compañía de Jesús en estos momentos, ni a su "modo de proceder",
o no se conoce bien la realidad de Cataluña. Solo hay que ver el número de
jesuitas en el listado de los curas que han dado apoyo al referéndum.
Estos días, en que las cuentas ya
están intervenidas y hemos sufrido los abusos policiales del 1 de octubre que
algunos "neo-negacionistas" dicen no haber existido, viene a mi mente
aquel octubre de 1981, cuando Juan Pablo II apartó a un convaleciente P. Pedro
Arrupe del generalato de la orden y puso a Paolo Dezza al frente de la
institución. Algunos creían que la Compañía de Jesús se rebelaría ante el
atropello vaticano pero no fue así. Se acató la humiliación y el P. Peter Hans Kolvenbach,
el nuevo general surgido de la Congregación General 33, tuvo que esforzarse para
desmentir y proteger la Compañía de Jesús de las acusaciones de deriva, quizás
hoy los llamaríamos "fakes" o "posverdad", que llegaban a
la Santa Sede. Creo que los jesuitas
cincuentones y de más edad lo tendrán presente. Recuerdo la anécdota de como
en una comunidad de formación de entonces tenían un par de periquitos a los que llamaron
"Dezza y Pittau"... no hay nada mejor que tomarse las cosas con un
poco de humor.
Salvando las distancias espacio
temporales de aquella intervención o golpe de estado a la Compañía de Jesús,
que no son pocas, creo que hay un par puntos a tener en cuenta. El primero es
referente a las falsedades que se publican en medios estatales referente a
Cataluña. Como profesor y docente me indigna profundamente la manipulación informativa
que se hace del sistema educativo en Cataluña. La última noticia sobre el
adoctrinamiento en la escuela de los jesuitas de El Clot no ha merecido por el
momento ni la protesta de Jesuïtes Educació. Hasta mis hijos, que van a otra
escuela de la jesuitas en Barcelona y en casa somos catalanoparlantes sin tener
ocho apellidos catalanes, hablan en castellano cuando juegan... pero esto no
será noticia, obviamente.
El segundo punto es referente a
una cierta espera de empatía con las minorías culturales, pueblos que no son
reconocidos, los "restos de Israel", etc. Hace ya once años del intento de
reforma del Estatut de Autonomía aprobado en el Parlament en 2006 y, desde
entonces, unos se lo "cepillaron", sin eufemismos; otros recogieron
"firmas contra los catalanes"; se aprobó por la mínima y con ERC
haciendo campaña en contra; y luego llegó el broche final del Tribunal
Constitucional. A partir de ahí, un intento de pacto fiscal abortado que llevó
a abrir las puertas y el "pasar de pantalla" hacia el
independentismo: cinco años de manifestaciones pacíficas y masivas para pedir
un referéndum sistemáticamente negado y amenizado con frases célebres como la
de "españolizar a los niños catalanes" del ministro Wert. El "no pienses en un elefante blanco" (el no a la independencia) acaba por crear elefantes independentistas (la ley visibiliza lo que prohíbe: Rm7,1-25). Finalmente,
un referéndum aporreado y en condiciones pésimas. Ahora ya estamos a las
puertas de la aplicación del 155 y, mientras tanto, España se convierte en el
paraíso de los escribas, fariseos y maestros de la ley... todo muy evangélico,
vaya. ¿Tendremos que rescatar a Mons. Óscar Romero de la tumba para que vuelva
a decir "¡Cese la represión!"? No tengo ni la más remota idea de lo
que acontecerá en los próximos días, pero considero que sería deseable por
parte de la Compañía de Jesús el trabajo por un diálogo que, por desgracia, llega tarde y mal. Recordad, por lo menos, que
también vosotros fuisteis "intervenidos", cuando no directamente suprimidos
a finales del s.XVIII.
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