"Hace ya algunos años, dentro de un ciclo dedicado a arquitectos y aristas, me encargaron un curso sobre Espacio, liturgia y música en el Pontificio Instituto Litúrgico del Pontificio Ateneo de San Anselmo (Roma) y, desde ese momento, me atraen especialmente los ensayos sobre la arquitectura llamada religiosa. El ensayo que ahora recensiono, tengo que reconocerlo, me ha cautivado desde el principio.
Atraído por el título «Hacia una arquitectura de la esperanza» pedí que me entregasen un volumen después de su presentación en Barcelona, a la que no pude asistir por coincidir con la Solemnidad de San Pedro. El libro en si, al llegar a mis manos, me pareció pequeño, como demasiado enjuto para poder fundamentar un solvente análisis arquitectónico contemporáneo sobre la construcción de iglesias que aportase una dimensión de esperanza. Y mi pregunta continuaba siendo ¿esperanza respecto a qué?
Comprendí el enfoque del título a partir de las premisas del autor. Eloi Aran, arquitecto y teólogo, parte del presupuesto que muchos usuarios expresan un claro malestar frente a los arquitectos y diseñadores de los «espacios religiosos contemporáneos». Y, a partir de esta constatación, el autor escribe siete capítulos en forma de carta (cartas edificantes, en un formato inspirado en una tradición de la Compañía de Jesús) que abordan desde la teología y la arquitectura los aspectos más destacados de la arquitectura, yo diría, litúrgica contemporánea a partir de ejemplos analizados y descritos magistralmente. Las cartas, siete precisamente, se dirigen a dos interlocutores, Bert Daelemans, s.j. y Pau Vidal, s.j., arquitectos como el autor, y que ofrecen algunas breves respuestas o contrarréplicas que dinamizan la reflexión y la hacen, a la vez que global, dinámica y amena.
La lectura del ensayo requiere una cierta dosis de formación bíblica, exegética e incluso un conocimiento básico de la arquitectura. Es decir, lo esencial para afrontar la lectura de un ensayo: ganas de aprender y estudiar. Por lo tanto, hay que tomar buena nota de lo que se dice y luego repensarlo a la luz de las imágenes que también ofrece el libro, quizás demasiado escasas, y ampliar después el tema con la abundante bibliografía. A todo ello ayuda una redacción admirable en las primeras cartas, donde el material aparece muy bien trabado, las opiniones muy justificadas y las citas de autoridad perfectamente establecidas. Este nivel de redacción decae en las tres últimas cartas, donde aflora un espíritu más de reivindicación de opiniones personales sobre algunos aspectos que van más allá del ámbito litúrgico cristiano y se adentran en los ámbitos del llamado diálogo interreligioso. Lo mismo ocurre con las cartas de respuesta. El autor principal manda a sus correspondientes un verdadero «Tomus» sobre el tema y los dos jesuitas le envían un e-mail, bien escrito y fundamentado, por respuesta. Así pues, hay un cierto desequilibrio si se espera del diálogo un fruto concreto y aplicable a los problemas planteados. (seguir llegint)
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